NUEVA CONDENACIÓN
DEL CATOLICISMO LIBERAL
La Sagrada
Congregación del Indice acaba de condenar un folleto del abate Denis, que se
titula “L'Eglise et L’Etat. Les leçons de 1'haure presente”; y no es, ni más ni
menos, que una confesión y un programa de catolicismo liberal mala peste, nunca
del todo extinguida, que ahora trata nuevamente de levantar la cabeza
aprovechándose de la confusión que prevalece en la época actual, pero, como
siempre que lo ha intentado, también ahora le ha salido al paso la autoridad de
la Iglesia, poniendo al desmán el necesario correctivo y dando así la voz de
alarma para que ningún católico se deje engañar.
En estos
últimos tiempos, el catolicismo liberal no ha estado ocioso ni un solo día.
Desde la “Vida del Padre Hecker”, que escribió el sacerdote yanqui Walter
Elliot, y al que puso un prólogo Mons. Ireland, libro que fue la carta magna
del americanismo, condenado por León X III, hasta las recientísimas publicaciones
del abate Houtin que también han sido puestas en el Indice, apenas transcurre
un mes sin que la Iglesia tenga que rechazar algún nuevo esfuerzo de los continuadores
da Lamennais.
Y cada día
es mayor el desenfado y atrevimiento de los que, en frase de Pío IX , son
peores que los monstruos de la Commune; cada día hacen más desvergonzado alarde
de su funesto error y más sacrílego menosprecio, no sólo de las sentencias de
la Iglesia, sino hasta de los dogmas de que es depositaria, la revelación de
muchos de los cuales no admiten, porque entienden haberse ido formando por
modo de evolución en la conciencia cristiana, que es sencillamente negar el
fundamento divino de nuestra fe. A esto se reduce, en sustancia, la doctrina
expuesta por el abate Loysi en sus obras «La Religión de Israel», «L’Evangile
et L’Eglis», «Autour d‘un petit livre» y «Le quatrième Evangile», incluidas ya
en el Indice de libros prohibidos.
Pero
volvamos al folleto del abate Denis, «L‘Eglise et 1‘Etat», donde ya no se
trata de liberalismo teórico, del cual se deducen naturalmente, consecuencias
prácticas, sino de liberalismo eminentemente práctico, a que se quiere que los
católicos ajusten su conducta y sus reclamaciones legales, para lo cual el
susodicho autor comienza por dar este consejo: Aceptemos prácticamente la tesis
contemporánea de la indiferencia del Estado en asuntos religiosos. Esta
indiferencia constituye un terreno de reivindicaciones legítimas.
Y partiendo
de ahí, el abate Denis llega a estas deducciones monstruosas: Ofrécesenos una
conclusión general, a saber: ¿En nombre de qué derecho debe defenderse la
Iglesia?. Evidentemente, ya no es posible hablar del derecho divino, que ha
prescrito para nuestros adversarios ni del derecho-histórico, que niegan la
mayor parte de los contemporáneos.
La Iglesia
debe defenderse prácticamente en el terreno del derecho común, que, en este
caso, se llama libertad de conciencia. Es amargo para la Iglesia llegar ahí, pero
es oportuno, e iba a decir que es su único recurso.
Para luchar
en ese terreno, es indispensable y se impone a todo eclesiástico la condición
de hacerse liberal. Ser liberal da derecho para reclamar la libertad.
El clero ha
incurrido en el yerro irreparable de no ser partidario de la libertad política,
ni de la libertad democrática, ni de la libertad científica y filosófica. Para
algunos eclesiásticos el liberalismo, en cuanto síntesis del uso de todas las libertades,
sigue siendo «pecado».
Basta lo
copiado para que los lectores sepan por qué ha condenado la Sagrada Congregación
del Indice el folleto del abate Denis; para que se enteren de la osadía con que
de nuevo se presenta el error católico-liberal, y para que tengan el consuelo
de ver que si el catolicismo liberal no arría su bandera, la Iglesia no lo
sufre, y ahora, como siempre, condena las falsas doctrinas de los que quieren
conciliar lo inconciliable; los que desean que hagan paces y se den la mano el
liberalismo, que es el error, y el catolicismo, que es la verdad.
Mario
Fuente: "La Constancia. Diario Íntegro Fuerista", San Sebastián, 1º de Enero de 1904